domingo, 14 de febrero de 2016

Leopoldo II de Bélgica, el rey genocida

Leopoldo II, cuyo nombre de nacimiento era Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha y Borbón-Orleans, fue el segundo rey de los belgas, recordado por ser propietario del Estado Libre del Congo, que fundó y explotó este estado como si de una empresa privada se tratara.

- BIOGRAFÍA

Rey de Bélgica, perteneciente a la dinastía de Sajonia-Coburgo. Nació el 9 de abril de 1835 en Bruselas. Sucedió a su padre, Leopoldo I, en 1865. Como su antecesor, fue un hábil diplomático, capaz de obtener, merced al apoyo de Gran Bretaña, que la neutralidad belga fuera respetada en la confrontación entre Napoleón III y Bismarck, que culminaría con la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871). No obstante, las tensiones internacionales crecientes de finales de siglo le convencieron de la necesidad de reforzar la defensa del país, anticipándose así a la violación de la neutralidad belga que perpetrarían los alemanes en la Primera Guerra Mundial (1914-1918); poco antes de morir consiguió que se aprobara la Ley del Servicio Militar (1909).

Pero Leopoldo II fue también un activo hombre de negocios, que simbolizó en su persona el éxito de la economía belga bajo su largo reinado. Su negocio más ambicioso fue la colonización del Congo, que acabó convirtiendo a la pequeña Bélgica en una potencia imperialista. Interesado por el continente africano cuando su interior era prácticamente desconocido en Occidente, creó una Asociación Internacional Africana movida aparentemente por objetivos científicos y humanitarios (1876); impulsó las exploraciones de la cuenca del río Congo por parte de Stanley (1879-1885), que le proporcionaron el control de un vasto territorio a través de la Asociación Internacional del Congo (fundada por Leopoldo II en 1882).

La Conferencia internacional de Berlín (1885), que repartió el continente africano entre las potencias europeas, creó un Estado Libre del Congo y se lo concedió como título personal a Leopoldo II. Las naciones europeas se comprometieron a mejorar la vida de los habitantes nativos congoleños, a la vez que confirmaron su posesión por parte de Leopoldo II. Sin embargo, desde un principio el monarca ignoró estas condiciones y amasó una gran fortuna gracias a la explotación de los recursos naturales del Congo (caucho, diamantes y otras piedras preciosas) y la utilización de la población nativa como mano de obra forzada y esclava.

Su régimen fue el responsable de la muerte de entre 2 y 15 millones de congoleños. Bertrand Russell estimó el número de víctimas en 8 millones de personas, mientras que el censo realizado por Bélgica en 1924 mostró que la población durante el Estado Libre de Leopoldo había descendido en un 50 %, 10 millones de personas. Sin embargo, otros historiadores como Louis y Stengers declararon en 1968 que las cifras que se manejaban eran exageradas.

Leopoldo intentó financiar los gastos por sí mismo, como había exigido el Parlamento belga, pero cuando la empresa sobrepasó claramente las posibilidades económicas del monarca, este solicitó la ayuda del presupuesto nacional (1886). Los sucesivos préstamos para financiar la presencia en el Congo concedidos a Leopoldo por el Estado belga acabaron por atribuir a este la titularidad del territorio; pero con tales prevenciones de la opinión pública contra la idea colonialista, que el Parlamento no aceptó la donación real hasta 1908.

Leopoldo murió el 17 de diciembre de 1909 de una hemorragia cerebral. Su sobrino Alberto, hijo de su hermano Felipe de Bélgica, le sucedió en el trono como Alberto I.

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