martes, 22 de marzo de 2016

Colonización de Asia en el siglo XIX

La colonización de Asia y África tiene algunas similitudes: el objetivo inicial era establecer factorías comerciales pero, tras la apertura del Canal de Suez en 1869, al hacer más corta la ruta marítima, se impulsó la conquista.

No obstante existen dos diferencias claras:

- Junto a Reino Unido y Francia aparecen como nuevas potencias imperialistas Rusia, Japón y EE.UU.

- No se persiguió como objetivo necesario la posesión de colonias, sino controlar áreas de influencia para el comercio y las finanzas. Por ello, la modalidad de administración colonial más difundida fue la del protectorado y hubo extensos territorios, como China, que no llegaron a ser conquistados. Los intereses y áreas de influencia fueron: Rusia en el norte; Reino Unido y Francia en el sur y sudeste; EE.UU. y Japón en el este.

- ASIA RUSA

La expansión del Imperio Ruso se realizó en Asia Central (Turquestán), Siberia y China septentrional. La penetración en Siberia se hizo a partir de 1880-1890, mediante la construcción del Transiberiano.

Los grandes financieros con intereses en el ferrocarril pretendían la creación de un imperio continental que llegara al Pacífico. El trazado del Transiberiano por Manchuria (norte de China), la presencia rusa en Extremo Oriente y la ocupación de la isla de Sajalín  provocarán el enfrentamiento con el joven imperialismo japonés deseoso de ocupar Manchuria y Corea (Guerra ruso-japonesa de 1904-1905).

La presencia rusa en Extremo Oriente tuvo un carácter más militar que socioeconómico. Ya en el siglo XVIII cruzando el estrecho de Bering se asentaron en Alaska. A finales del decenio de 1870-1880, Rusia había ocupado toda el Asia Central hasta Afganistán, que permanecía independiente y fue pretendida por rusos y británicos hasta 1907, fecha en que ambos acordaron mantenerlo como Estado-tapón.

- INDIA Y EL SUDESTE ASIÁTICO

La presencia británica en la India data de finales del XVIII. La conquista de los territorios fue lenta  y estuvo administrada por la Compañía de las Indias Orientales. El principal objetivo económico era la producción de algodón bruto y de otras materias primas.

La revuelta de los cipayos (soldados hindúes mercenarios al servicio del Reino Unido) entre 1857 y 1858 obligó a los británicos a cambiar los métodos de administración colonial y la Corona asumió directamente este papel: unos distritos provinciales son administrados por funcionarios británicos o hindúes fuertemente occidentalizados; otros se organizan en protectorados gobernados por rajás (príncipes hindúes) fieles a la Corona.

Desde la India los británicos ocuparon Birmania y, para evitar roces con Francia en Indochina, se creó un Estado-tapón: Siam (Tailandia).

En el Sudeste asiático, desde 1847, se produjo la intervención francesa en Cochinchina (sur de Vietnam) con el pretexto de evitar las persecuciones de los misioneros. Napoleón III inició la conquista de Indochina (actuales
Camboya, Laos y norte de Vietnam).

Por otra parte, los sultanatos del centro y sur de Malasia permanecieron bajo la soberanía británica. Mientras, los holandeses afirmaron su administración sobre las Indias holandesas (actual Indonesia).

- CHINA Y LAS RIVALIDADES INTERNACIONALES

China, que estaba anclada en viejas estructuras que no habían cambiado desde hacía siglos, se convirtió en el objetivo preferente de las ambiciones europeas y posteriormente de las japonesas. Al estar tan extensamente poblada era un enorme mercado consumidor.

La oposición del gobierno chino a abrir su territorio al comercio extranjero no impidió el desarrollo del contrabando, realizado por británicos y estadounidenses. Este comercio se basaba en el intercambio del té chino por el opio, cultivado en India y Birmania. La negativa de los emperadores chinos a la entrada de la droga fue la excusa para que estallaran varias guerras como la Guerra del Opio que ocasionaron, tras la derrota de China, la apertura de sus puertos a los productos extranjeros. Además produjeron la ruina de los comerciantes autóctonos y la fuga de capitales, lo que generó una crisis económica con alza de los precios y agitación social.

Los emperadores de la dinastía Manchú perdieron aún más prestigio ante la facilidad con la que cedieron a las pretensiones de los occidentales. Tras otros enfrentamientos y derrotas ante Francia y Japón, se inician las concesiones en el curso de las cuales las grandes potencias se establecieron en los puertos chinos (Gran Bretaña en Hong-Kong, Portugal en Macao...) y consiguieron controlar bases comerciales y áreas de influencia. Esta situación provocó en el año 1900 la revuelta de los bóxers (ultranacionalistas chinos), que será duramente reprimida por las potencias occidentales, y fomentará la revolución nacionalista que en 1912 destituyó al último emperador e implantó una República.


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