Fue hija de Pedro de Bobadilla y Beatriz de Corral. Desde muy joven estuvo al servicio de la reina Isabel. Se ha supuesto que el contacto entre ambas se inició cuando la aún infanta vivía en Arévalo y el padre de Beatriz era el guardián de la fortaleza, aunque no se han encontrado pruebas documentales, si bien Alfonso de Palencia hace alguna referencia a ello en su Crónica de Enrique IV.
Se casó con Andrés Cabrera, personaje destacado en la corte de Enrique IV (había sido camarero mayor del mismo), con el que tendría nueve hijos.
En 1480 la reina Isabel les concedió a ambos el marquesado de Moya y el señorío de Chinchón, de nueva creación, que ocupaba buena parte del sudeste de los que es ahora la Comunidad de Madrid. Su presencia en la corte fue constante, alcanzando gran influencia en la misma. Durante la Guerra de Granada, en el asedio de Baza, fue atacada a cuchilladas por un enemigo que la confundió con la reina. Pero afortunadamente salió ilesa.
Su sobrina fue Beatriz de Bobadilla y Ulloa, gobernadora de La Gomera. Como recordatorio, que la concesión del señorío de Chinchón supuso que 1200 habitantes, con nombres, apellidos y oficios, pasaron a ser de hombres libres, a siervos contrariamente a lo que había jurado no hacer, de lo que al final de sus días la reina, Isabel, parece ser que se arrepintió y recogió en su testamento que se repusieran las cosas y las libertades perdidas a sus inicios, cosa que nunca se realizó.
Tras la muerte de Isabel la Católica y la marcha de Fernando II a Aragón, abandonaron la corte y entregaron el alcázar al señor de Belmonte, al servicio de Felipe el Hermoso. Y, aunque Fernando volvió como regente, no regresaron por su avanzada edad. Murió en la Villa de Madrid en el año 1511, a los 70 años, algo considerable en aquella época.
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