
En 1851, contando con el apoyo del ejército, disolvió la Asamblea y detuvo a 24.884 personas acusadas de intento de rebelión. Con este golpe de Estado Napoleón prometía mantener el sufragio universal masculino y elaborar una nueva Constitución de carácter autoritario, que le garantizó el poder durante bastantes años. Se dio comienzo al Segundo Imperio francés.
- IMPERIO DE NAPOLEÓN III (1852-1870)
La Constitución de 1852 concedió a Napoleón III tanto el poder ejecutivo como el militar y el derecho de intervención en los otros poderes: nombramiento del Tribunal Supremo de Justicia (poder judicial) y nominación del Consejo de Estado (poder legislativo). Napoleón III tiene como primer objetivo el mantenimiento del orden. Para ello, refuerza la policía en las ciudades y las gendarmerías en las zonas rurales, potencia la vigilancia (sin censura) de la prensa y de las universidades, renueva la administración y firma un pacto con la Iglesia católica, convirtiéndose en el defensor del Papa y de sus Estados Pontificios.
Su mayor éxito consistió en el gran desarrollo económico de Francia. Moderniza la agricultura e impulsa la industria, con lo que logra el apoyo del campesinado y de gran parte de la burguesía; por su parte, el proletariado urbano se muestra neutral mientras se beneficie del progreso económico y mantenga sus empleos. El comercio interior se duplicó y el exterior se triplicó.


Napoleón III triunfó en la política interior, pero en la exterior llegaron los fracasos (derrota y fusilamiento de Maximiliano I en México en 1867, cuya proclamación había sido apoyada por Francia, y derrota frente a las tropas alemanas en la Guerra franco-prusiana en Sedán y Metz, guerra en la que el propio Napoleón III quedó capturado por los alemanes en 1870), fueron acompañados por una crisis económica muy fuerte, que incrementó el paro y el descontento social. Estos elementos negativos propiciaron la caída del emperador y la proclamación de la III República francesa.
- III REPÚBLICA FRANCESA

La III República se estabilizó de la mano de la pequeña y mediana burguesía que logró hacer triunfar las ideas republicanas y su política de reformas: libertades de reunión, prensa, religión, ley del divorcio, enseñanza primaria gratuita y anticlericalismo. Reclamaron que el poder debía estar en manos del Parlamento y, en política exterior, defendían el imperialismo colonial en África y Asia.
A finales de siglo se consolidó la III República al romperse el aislamiento internacional al que estaba sometida Francia por la Alemania de Bismarck (realpolitik) ya que Guillermo II, el nuevo emperador del II Reich alemán propició la dimisión del canciller Otto von Bismarck e implantó un nuevo sistema más agresivo que la realpolitik de Bismarck, la weltpolitik. La Exposición Universal de París, celebrada en 1889 y en la cual se encontraba un nuevo edificio, la torre Eiffel, también podemos decir que se celebró en 1889 para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa de 1789. Sirvió para promover las bases de la nueva República francesa.

Francia extendía su influencia colonial en África y Asia en un intento de recuperar la moral nacional y el prestigio exterior, muy minados desde la derrota de Sedán y la pérdida de Alsacia-Lorena a favor de Alemania. Estos hechos crearon en Francia un fuerte sentimiento nacionalista antialemán, que se mantendrá latente hasta que se luche en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
A partir de 1894 se radicalizó la situación a partir del asesinato del presidente Sadi Carnot, que dio paso a la República Radical, que conoció una de las crisis políticas más profundas del siglo con el famoso affaire (asunto) Dreyfus. La cuestión motivada por la acusación al oficial judío Alfred Dreyfus del delito de traición, se convirtió en un escándalo político que duró una década.
La III República francesa continuó siendo la que dirigió la política francesa hasta 1940, cuando Hitler la derrotó en plena Segunda Guerra Mundial. Duró, pues, 69 años.
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