- IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO
El Imperio Austro-Húngaro era una monarquía dual cuyo principal nexo de unión era el emperador de Austria y rey de Hungría. Estuvo dirigido por Francisco José I al lado de su esposa, Isabel de Baviera (Sissi), que intentó mantener un sistema conservador y autoritario. Los dos estados que constituían el Imperio Austro-Húngaro fueron autónomos completamente en las cuestiones internas pero con un mismo jefe de Estado, que controlaba el nombramiento de una serie de ministros comunes a ambos para la defensa, asuntos exteriores y las finanzas.
El principal problema existente era el de las nacionalidades, en un imperio que a comienzos de la Primera Guerra Mundial contaba con 52 millones de habitantes.
La política exterior del Imperio Dual se caracterizó, salvo excepciones, por su alianza con el Imperio Alemán y su expansión hacia los Balcanes. Ello le llevó a una rivalidad continua con el Imperio Ruso, fiel aliado de Serbia y con grandes intereses en la zona.
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Austro-Húngaro era una de las grandes potencias mundiales. Ocupaba el cuarto lugar en Europa, después de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Tenía una red ferroviaria de las más importantes de Europa con forma radial a partir de Viena.
Desde el punto de vista económico destaca la dependencia de la economía austro-húngara del capital extranjero y los fuertes desequilibrios regionales. El reino de Hungría se especializó en la producción agraria (trigo) y ganadera. En la explotación carbonífera destacó la cuenca de Moravia-Silesia; en la industria metalúrgica fueron famosas las fábricas de locomotoras de Viena, Gratz, Praga y Budapest. Bohemia era una región industrial vital para el Imperio y destacaban sus industrias de porcelana y vidrio. Viena se convirtió en el centro europeo de la música y rivalizaba con las demás grandes capitales europeas en monumentos y servicios junto con París, Londres, Berlín y San Petersburgo.
- IMPERIO TURCO OTOMANO
Con su capital en Estambul, en su época de máximo apogeo había alcanzado una gran extensión territorial por Europa, Asia y África, pero durante el siglo XIX y principios del siglo XX, el "enfermo de Europa", como se llamaba al Imperio Turco Otomano, comenzó a desintegrarse.
En Europa fue perdiendo territorios en los Balcanes, que se convertirían en un "avispero"en el que se enfrentaban los intereses independentistas y nacionalistas de los diferentes pueblos eslavos (bosnios, serbios, croatas, búlgaros...) con los intereses políticos y afanes expansionistas de los dos Imperios vecinos (el Ruso y el Austro-húngaro).
Por último, también influyeron los intereses económicos de las inversiones realizadas por franceses, británicos y alemanes. Desde principios del siglo XIX el Imperio Turco había perdido Serbia, Montenegro, Rumanía, y Grecia. El nacionalismo búlgaro, promovió una insurrección frente a los turcos. También se inició la rebelión en Bosnia-Herzegovina. Tras la intervención rusa, el Imperio Turco accedía a la creación de una "gran Bulgaria" independiente. Bosnia-Herzegovina quedó bajo la tutela del Imperio Austro-Húngaro.
Los sultanatos del norte de África se independizan y se convierten en protectorados británicos (Egipto), franceses (Túnez o Marruecos) o italianos (Libia). Además, también tuvo graves problemas en los territorios árabes de Asia, en los que el sometimiento al sultán otomano era bastante relativo y los emires tenían una política muchas veces independiente. Tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, Francia (Líbano, Siria...) y Gran Bretaña (Palestina, Irak...) se hicieron cargo de la administración de parte de su territorio.
- IMPERIO RUSO DE LOS ZARES
A principios del siglo XX el Imperio Ruso abarcaba una enorme extensión territorial, que iba desde la Rusia europea hasta el Pacífico. La expansión asiática se había iniciado a finales del siglo XVII, realizándose una intensa rusificación de algunas zonas (Finlandia, Polonia...). La construcción del ferrocarril transiberiano (más de 9000 kilómetros favorecerá esta expansión hacia el "lejano Este", como Estados Unidos lo había hecho hacia el "far west" (lejano Oeste). Solo se verá frenada por la derrota frente a Japón en 1905. También dirigió su atención hacia los Balcanes y aunque la Guerra de Crimea (1853-1856) supuso un freno, Rusia trató de mantener la influencia en aquella península.
A pesar de su potencia militar, Rusia era un país atrasado y rural. En el censo de 1812 de los 40 millones de habitantes, 36 eran campesinos, siervos en su mayoría. Hasta mediados del siglo XIX el país escasamente industrializado, no conoció los cambios económicos y sociales que la Revolución Industrial estaba llevando a cabo en el Occidente de Europa.
El Imperio de los zares era un gigante con pies de barro, con un gobierno absoluto que practicaba una fuerte represión interna contra grupos opositores al régimen como los "nihilistas" que pretendían desestabilizar el sistema mediante atentados terroristas.
Ante el aumento del descontento, el zar Alejandro II (1855-1881) emprendió algunas reformas sociales entre las que incluyó la abolición de la servidumbre en el año 1861. Esta no llegó a solucionar el problema campesino, pero supuso el cambio de tendencia hacia un mayor progreso industrial, favorecido por el Estado, las inversiones extranjeras y la creación de un gran mercado nacional. La sociedad se mantuvo muy jerarquizada y con un gran predominio rural (es notoria la debilidad de la burguesía) hasta el estallido de la Revolución rusa de 1917, que acabó con el último zar de la dinastía Romanov, Nicolás II.
En política exterior, mientras los países de Europa Occidental realizaban su expansión colonial en Asia y África, el Imperio ruso y el austro-húngaro se enfrentan en los Balcanes dominados por un Imperio Turco en decadencia. Rusia forjaría una estrecha alianza con Serbia que continúa hasta la actualidad.
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