- IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO
El Imperio Austro-Húngaro era una monarquía dual cuyo principal nexo de unión era el emperador de Austria y rey de Hungría. Estuvo dirigido por Francisco José I al lado de su esposa, Isabel de Baviera (Sissi), que intentó mantener un sistema conservador y autoritario. Los dos estados que constituían el Imperio Austro-Húngaro fueron autónomos completamente en las cuestiones internas pero con un mismo jefe de Estado, que controlaba el nombramiento de una serie de ministros comunes a ambos para la defensa, asuntos exteriores y las finanzas.
El principal problema existente era el de las nacionalidades, en un imperio que a comienzos de la Primera Guerra Mundial contaba con 52 millones de habitantes.
La política exterior del Imperio Dual se caracterizó, salvo excepciones, por su alianza con el Imperio Alemán y su expansión hacia los Balcanes. Ello le llevó a una rivalidad continua con el Imperio Ruso, fiel aliado de Serbia y con grandes intereses en la zona.
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, el Imperio Austro-Húngaro era una de las grandes potencias mundiales. Ocupaba el cuarto lugar en Europa, después de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Tenía una red ferroviaria de las más importantes de Europa con forma radial a partir de Viena.
Desde el punto de vista económico destaca la dependencia de la economía austro-húngara del capital extranjero y los fuertes desequilibrios regionales. El reino de Hungría se especializó en la producción agraria (trigo) y ganadera. En la explotación carbonífera destacó la cuenca de Moravia-Silesia; en la industria metalúrgica fueron famosas las fábricas de locomotoras de Viena, Gratz, Praga y Budapest. Bohemia era una región industrial vital para el Imperio y destacaban sus industrias de porcelana y vidrio. Viena se convirtió en el centro europeo de la música y rivalizaba con las demás grandes capitales europeas en monumentos y servicios junto con París, Londres, Berlín y San Petersburgo.
- IMPERIO TURCO OTOMANO
Con su capital en Estambul, en su época de máximo apogeo había alcanzado una gran extensión territorial por Europa, Asia y África, pero durante el siglo XIX y principios del siglo XX, el "enfermo de Europa", como se llamaba al Imperio Turco Otomano, comenzó a desintegrarse.
En Europa fue perdiendo territorios en los Balcanes, que se convertirían en un "avispero"en el que se enfrentaban los intereses independentistas y nacionalistas de los diferentes pueblos eslavos (bosnios, serbios, croatas, búlgaros...) con los intereses políticos y afanes expansionistas de los dos Imperios vecinos (el Ruso y el Austro-húngaro).
Por último, también influyeron los intereses económicos de las inversiones realizadas por franceses, británicos y alemanes. Desde principios del siglo XIX el Imperio Turco había perdido Serbia, Montenegro, Rumanía, y Grecia. El nacionalismo búlgaro, promovió una insurrección frente a los turcos. También se inició la rebelión en Bosnia-Herzegovina. Tras la intervención rusa, el Imperio Turco accedía a la creación de una "gran Bulgaria" independiente. Bosnia-Herzegovina quedó bajo la tutela del Imperio Austro-Húngaro.
Los sultanatos del norte de África se independizan y se convierten en protectorados británicos (Egipto), franceses (Túnez o Marruecos) o italianos (Libia). Además, también tuvo graves problemas en los territorios árabes de Asia, en los que el sometimiento al sultán otomano era bastante relativo y los emires tenían una política muchas veces independiente. Tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, Francia (Líbano, Siria...) y Gran Bretaña (Palestina, Irak...) se hicieron cargo de la administración de parte de su territorio.
- IMPERIO RUSO DE LOS ZARES
A principios del siglo XX el Imperio Ruso abarcaba una enorme extensión territorial, que iba desde la Rusia europea hasta el Pacífico. La expansión asiática se había iniciado a finales del siglo XVII, realizándose una intensa rusificación de algunas zonas (Finlandia, Polonia...). La construcción del ferrocarril transiberiano (más de 9000 kilómetros favorecerá esta expansión hacia el "lejano Este", como Estados Unidos lo había hecho hacia el "far west" (lejano Oeste). Solo se verá frenada por la derrota frente a Japón en 1905. También dirigió su atención hacia los Balcanes y aunque la Guerra de Crimea (1853-1856) supuso un freno, Rusia trató de mantener la influencia en aquella península.
A pesar de su potencia militar, Rusia era un país atrasado y rural. En el censo de 1812 de los 40 millones de habitantes, 36 eran campesinos, siervos en su mayoría. Hasta mediados del siglo XIX el país escasamente industrializado, no conoció los cambios económicos y sociales que la Revolución Industrial estaba llevando a cabo en el Occidente de Europa.
El Imperio de los zares era un gigante con pies de barro, con un gobierno absoluto que practicaba una fuerte represión interna contra grupos opositores al régimen como los "nihilistas" que pretendían desestabilizar el sistema mediante atentados terroristas.
Ante el aumento del descontento, el zar Alejandro II (1855-1881) emprendió algunas reformas sociales entre las que incluyó la abolición de la servidumbre en el año 1861. Esta no llegó a solucionar el problema campesino, pero supuso el cambio de tendencia hacia un mayor progreso industrial, favorecido por el Estado, las inversiones extranjeras y la creación de un gran mercado nacional. La sociedad se mantuvo muy jerarquizada y con un gran predominio rural (es notoria la debilidad de la burguesía) hasta el estallido de la Revolución rusa de 1917, que acabó con el último zar de la dinastía Romanov, Nicolás II.
En política exterior, mientras los países de Europa Occidental realizaban su expansión colonial en Asia y África, el Imperio ruso y el austro-húngaro se enfrentan en los Balcanes dominados por un Imperio Turco en decadencia. Rusia forjaría una estrecha alianza con Serbia que continúa hasta la actualidad.
Todo lo que quieras saber sobre la historia del mundo y de España. "La Historia sirve para no volver a caer en el mismo error".
miércoles, 30 de diciembre de 2015
lunes, 28 de diciembre de 2015
miércoles, 23 de diciembre de 2015
Napoleón III y la III República francesa
- DE LA II REPÚBLICA AL IMPERIO DE NAPOLEÓN III
La Revolución de 1848 acabó con la monarquía de Luis Felipe I de Orleans e implantó la II República francesa. Luis Napoleón Bonaparte fue elegido presidente de la República y de las ideas revolucionarias solo mantuvo el principio democrático de elecciones mediante sufragio universal masculino (liberalismo democrático). Su objetivo, como el de su tío Napoleón I, era hacer compatible las ideas más moderadas de la revolución con el triunfo del orden y lo hará de la misma forma, transformando la República en Imperio.
En 1851, contando con el apoyo del ejército, disolvió la Asamblea y detuvo a 24.884 personas acusadas de intento de rebelión. Con este golpe de Estado Napoleón prometía mantener el sufragio universal masculino y elaborar una nueva Constitución de carácter autoritario, que le garantizó el poder durante bastantes años. Se dio comienzo al Segundo Imperio francés.
- IMPERIO DE NAPOLEÓN III (1852-1870)
La Constitución de 1852 concedió a Napoleón III tanto el poder ejecutivo como el militar y el derecho de intervención en los otros poderes: nombramiento del Tribunal Supremo de Justicia (poder judicial) y nominación del Consejo de Estado (poder legislativo). Napoleón III tiene como primer objetivo el mantenimiento del orden. Para ello, refuerza la policía en las ciudades y las gendarmerías en las zonas rurales, potencia la vigilancia (sin censura) de la prensa y de las universidades, renueva la administración y firma un pacto con la Iglesia católica, convirtiéndose en el defensor del Papa y de sus Estados Pontificios.
Su mayor éxito consistió en el gran desarrollo económico de Francia. Moderniza la agricultura e impulsa la industria, con lo que logra el apoyo del campesinado y de gran parte de la burguesía; por su parte, el proletariado urbano se muestra neutral mientras se beneficie del progreso económico y mantenga sus empleos. El comercio interior se duplicó y el exterior se triplicó.
En la década de 1860, frente al autoritarismo y la expansión de la década anterior, Napoleón III adoptó ciertas medidas liberalizadoras como la concesión de amnistía a presos políticos, la legalización de las asociaciones obreras (sindicatos) y reconocimientos del derecho de huelga.
Napoleón III triunfó en la política interior, pero en la exterior llegaron los fracasos (derrota y fusilamiento de Maximiliano I en México en 1867, cuya proclamación había sido apoyada por Francia, y derrota frente a las tropas alemanas en la Guerra franco-prusiana en Sedán y Metz, guerra en la que el propio Napoleón III quedó capturado por los alemanes en 1870), fueron acompañados por una crisis económica muy fuerte, que incrementó el paro y el descontento social. Estos elementos negativos propiciaron la caída del emperador y la proclamación de la III República francesa.
- III REPÚBLICA FRANCESA
En 1871 y durante tres meses, el proletariado, llegó a establecer un gobierno revolucionario en la capital (la Comuna de París). Finalmente el presidente del gobierno francés, Thiers, ordenó al ejército entrar en ella y acabar totalmente con los insurrectos: 20.000 personas fueron ejecutadas durante la llamada Semaine sanglante (semana sangrienta).
La III República se estabilizó de la mano de la pequeña y mediana burguesía que logró hacer triunfar las ideas republicanas y su política de reformas: libertades de reunión, prensa, religión, ley del divorcio, enseñanza primaria gratuita y anticlericalismo. Reclamaron que el poder debía estar en manos del Parlamento y, en política exterior, defendían el imperialismo colonial en África y Asia.
A finales de siglo se consolidó la III República al romperse el aislamiento internacional al que estaba sometida Francia por la Alemania de Bismarck (realpolitik) ya que Guillermo II, el nuevo emperador del II Reich alemán propició la dimisión del canciller Otto von Bismarck e implantó un nuevo sistema más agresivo que la realpolitik de Bismarck, la weltpolitik. La Exposición Universal de París, celebrada en 1889 y en la cual se encontraba un nuevo edificio, la torre Eiffel, también podemos decir que se celebró en 1889 para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa de 1789. Sirvió para promover las bases de la nueva República francesa.
Francia extendía su influencia colonial en África y Asia en un intento de recuperar la moral nacional y el prestigio exterior, muy minados desde la derrota de Sedán y la pérdida de Alsacia-Lorena a favor de Alemania. Estos hechos crearon en Francia un fuerte sentimiento nacionalista antialemán, que se mantendrá latente hasta que se luche en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
A partir de 1894 se radicalizó la situación a partir del asesinato del presidente Sadi Carnot, que dio paso a la República Radical, que conoció una de las crisis políticas más profundas del siglo con el famoso affaire (asunto) Dreyfus. La cuestión motivada por la acusación al oficial judío Alfred Dreyfus del delito de traición, se convirtió en un escándalo político que duró una década.
La III República francesa continuó siendo la que dirigió la política francesa hasta 1940, cuando Hitler la derrotó en plena Segunda Guerra Mundial. Duró, pues, 69 años.
La Revolución de 1848 acabó con la monarquía de Luis Felipe I de Orleans e implantó la II República francesa. Luis Napoleón Bonaparte fue elegido presidente de la República y de las ideas revolucionarias solo mantuvo el principio democrático de elecciones mediante sufragio universal masculino (liberalismo democrático). Su objetivo, como el de su tío Napoleón I, era hacer compatible las ideas más moderadas de la revolución con el triunfo del orden y lo hará de la misma forma, transformando la República en Imperio.
En 1851, contando con el apoyo del ejército, disolvió la Asamblea y detuvo a 24.884 personas acusadas de intento de rebelión. Con este golpe de Estado Napoleón prometía mantener el sufragio universal masculino y elaborar una nueva Constitución de carácter autoritario, que le garantizó el poder durante bastantes años. Se dio comienzo al Segundo Imperio francés.
- IMPERIO DE NAPOLEÓN III (1852-1870)
La Constitución de 1852 concedió a Napoleón III tanto el poder ejecutivo como el militar y el derecho de intervención en los otros poderes: nombramiento del Tribunal Supremo de Justicia (poder judicial) y nominación del Consejo de Estado (poder legislativo). Napoleón III tiene como primer objetivo el mantenimiento del orden. Para ello, refuerza la policía en las ciudades y las gendarmerías en las zonas rurales, potencia la vigilancia (sin censura) de la prensa y de las universidades, renueva la administración y firma un pacto con la Iglesia católica, convirtiéndose en el defensor del Papa y de sus Estados Pontificios.
Su mayor éxito consistió en el gran desarrollo económico de Francia. Moderniza la agricultura e impulsa la industria, con lo que logra el apoyo del campesinado y de gran parte de la burguesía; por su parte, el proletariado urbano se muestra neutral mientras se beneficie del progreso económico y mantenga sus empleos. El comercio interior se duplicó y el exterior se triplicó.
En la década de 1860, frente al autoritarismo y la expansión de la década anterior, Napoleón III adoptó ciertas medidas liberalizadoras como la concesión de amnistía a presos políticos, la legalización de las asociaciones obreras (sindicatos) y reconocimientos del derecho de huelga.
Napoleón III triunfó en la política interior, pero en la exterior llegaron los fracasos (derrota y fusilamiento de Maximiliano I en México en 1867, cuya proclamación había sido apoyada por Francia, y derrota frente a las tropas alemanas en la Guerra franco-prusiana en Sedán y Metz, guerra en la que el propio Napoleón III quedó capturado por los alemanes en 1870), fueron acompañados por una crisis económica muy fuerte, que incrementó el paro y el descontento social. Estos elementos negativos propiciaron la caída del emperador y la proclamación de la III República francesa.
- III REPÚBLICA FRANCESA
En 1871 y durante tres meses, el proletariado, llegó a establecer un gobierno revolucionario en la capital (la Comuna de París). Finalmente el presidente del gobierno francés, Thiers, ordenó al ejército entrar en ella y acabar totalmente con los insurrectos: 20.000 personas fueron ejecutadas durante la llamada Semaine sanglante (semana sangrienta).
La III República se estabilizó de la mano de la pequeña y mediana burguesía que logró hacer triunfar las ideas republicanas y su política de reformas: libertades de reunión, prensa, religión, ley del divorcio, enseñanza primaria gratuita y anticlericalismo. Reclamaron que el poder debía estar en manos del Parlamento y, en política exterior, defendían el imperialismo colonial en África y Asia.
A finales de siglo se consolidó la III República al romperse el aislamiento internacional al que estaba sometida Francia por la Alemania de Bismarck (realpolitik) ya que Guillermo II, el nuevo emperador del II Reich alemán propició la dimisión del canciller Otto von Bismarck e implantó un nuevo sistema más agresivo que la realpolitik de Bismarck, la weltpolitik. La Exposición Universal de París, celebrada en 1889 y en la cual se encontraba un nuevo edificio, la torre Eiffel, también podemos decir que se celebró en 1889 para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa de 1789. Sirvió para promover las bases de la nueva República francesa.
Francia extendía su influencia colonial en África y Asia en un intento de recuperar la moral nacional y el prestigio exterior, muy minados desde la derrota de Sedán y la pérdida de Alsacia-Lorena a favor de Alemania. Estos hechos crearon en Francia un fuerte sentimiento nacionalista antialemán, que se mantendrá latente hasta que se luche en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
A partir de 1894 se radicalizó la situación a partir del asesinato del presidente Sadi Carnot, que dio paso a la República Radical, que conoció una de las crisis políticas más profundas del siglo con el famoso affaire (asunto) Dreyfus. La cuestión motivada por la acusación al oficial judío Alfred Dreyfus del delito de traición, se convirtió en un escándalo político que duró una década.
La III República francesa continuó siendo la que dirigió la política francesa hasta 1940, cuando Hitler la derrotó en plena Segunda Guerra Mundial. Duró, pues, 69 años.
sábado, 19 de diciembre de 2015
viernes, 11 de diciembre de 2015
Guerra del Opio - Guerra anglo-china
La Guerra del Opio o Guerra anglo-china ocurrió entre 1839 y 1860 y fue el resultado de los conflictos comerciales entre China y el Imperio Británico. China estaba intentando prohibir el consumo de drogas, particularmente del destructivo opio que generaba fuertes adicciones entre los chinos con las graves consecuencias sociales y económicas mientras Gran Bretaña contrabandeaba el opio procedente de la India británica y lo introducía en China.
En el Reino Unido había gran demanda de té, seda y porcelana chinas, pero los británicos no estaban posicionados en China, por lo que el país tenía una fuerte demanda comercial y los artículos chinos tenían que pagarse con plata. Para compensar el déficit, siguió el ejemplo de España cuando comerció con los chinos vendiéndoles opio, Gran Bretaña vendió opio a China procedente de la India británica. El comercio de opio creció y la plata británica disminuyó en China.
En el año 1729, el emperador Yongzheng prohibió su comercio, por la gran cantidad de adictos que generaba. La prohibición generó el conflicto, pues mientras el emperador chino veía en la droga un peligro para la población, los británicos veían en el comercio del opio una manera de compensar el comercio con China, pues la droga les generaba ganancias cercanas al 400 por ciento. Las guerras que se entablaron por esta razón y los acuerdos y tratados que les siguieron, llevaron a abrir los puertos chinos al comercio y a colapsar la economía de China.
La droga se cultivaba en China desde el siglo XV, se mezclaba con tabaco de acuerdo con una receta inventada por los españoles, los holandeses dominaron el mercado a partir del siglo XVII y el consumo se generalizó tras el contrabando británico en el siglo XVIII. Tras percatarse de los problemas de salud vinculados con el opio, en 1829 el gobierno imperial chino prohibió su consumo y la droga comenzó a circular clandestinamente.
El emperador Daoguang, alarmado ante el creciente y desenfrenado consumo del opio en China, encomendó a Lin Hse Tsu su combate. Se ordenó la destrucción de veinte mil cajas de opio y se envió un correo a la reina del Imperio Británico, Victoria I de Kent, pidiendo que respetase las reglas del comercio internacional, no introduciendo más opio a suelo chino. Por toda respuesta, en noviembre de 1839, la reina Victoria envió a la poderosa flota británica para atacar a la armada china en Hong Kong, iniciándose la contienda, de la que resultaría derrotada China a causa del poderío y superioridad de los británicos.
En la Guerra del Opio estarían implicadas otras naciones, como Francia, aliada y socia comercial de Gran Bretaña y Alemania, aunque luego serían rivales a causa del colonialismo a finales del siglo XIX, es decir, a principios de la III República francesa. Al igual que Alemania sería luego también rival a causa del rearme, imperialismo y construcción naval germana para combatir con la británica promovida por la Weltpolitik del gobierno del kaíser Guillermo II.
Tras perder, China se vio obligada a tolerar el comercio del opio y a firmar tratados unilaterales y humillantes en los que se le forzaba a abrir sus puertos, en el Tratado de Nankín, China cedió Hong Kong a Gran Bretaña, que en 1997, Hong Kong, quedaría libre de Gran Bretaña.
El sentimiento de vergüenza y humillación provocaría otras rebeliones en China como la Rebelión Taiping en 1850 y que se consideró una segunda guerra del opio, la Rebelión Boxer en 1899, y finalmente el levantamiento armado encabezado por Sun Yan-Set y el Kuomintang, que traería como consecuencia el derrocamiento en 1911 de la Dinastía Qing.
Película sobre la Guerra del Opio:
En el Reino Unido había gran demanda de té, seda y porcelana chinas, pero los británicos no estaban posicionados en China, por lo que el país tenía una fuerte demanda comercial y los artículos chinos tenían que pagarse con plata. Para compensar el déficit, siguió el ejemplo de España cuando comerció con los chinos vendiéndoles opio, Gran Bretaña vendió opio a China procedente de la India británica. El comercio de opio creció y la plata británica disminuyó en China.
En el año 1729, el emperador Yongzheng prohibió su comercio, por la gran cantidad de adictos que generaba. La prohibición generó el conflicto, pues mientras el emperador chino veía en la droga un peligro para la población, los británicos veían en el comercio del opio una manera de compensar el comercio con China, pues la droga les generaba ganancias cercanas al 400 por ciento. Las guerras que se entablaron por esta razón y los acuerdos y tratados que les siguieron, llevaron a abrir los puertos chinos al comercio y a colapsar la economía de China.
La droga se cultivaba en China desde el siglo XV, se mezclaba con tabaco de acuerdo con una receta inventada por los españoles, los holandeses dominaron el mercado a partir del siglo XVII y el consumo se generalizó tras el contrabando británico en el siglo XVIII. Tras percatarse de los problemas de salud vinculados con el opio, en 1829 el gobierno imperial chino prohibió su consumo y la droga comenzó a circular clandestinamente.
El emperador Daoguang, alarmado ante el creciente y desenfrenado consumo del opio en China, encomendó a Lin Hse Tsu su combate. Se ordenó la destrucción de veinte mil cajas de opio y se envió un correo a la reina del Imperio Británico, Victoria I de Kent, pidiendo que respetase las reglas del comercio internacional, no introduciendo más opio a suelo chino. Por toda respuesta, en noviembre de 1839, la reina Victoria envió a la poderosa flota británica para atacar a la armada china en Hong Kong, iniciándose la contienda, de la que resultaría derrotada China a causa del poderío y superioridad de los británicos.
En la Guerra del Opio estarían implicadas otras naciones, como Francia, aliada y socia comercial de Gran Bretaña y Alemania, aunque luego serían rivales a causa del colonialismo a finales del siglo XIX, es decir, a principios de la III República francesa. Al igual que Alemania sería luego también rival a causa del rearme, imperialismo y construcción naval germana para combatir con la británica promovida por la Weltpolitik del gobierno del kaíser Guillermo II.
Tras perder, China se vio obligada a tolerar el comercio del opio y a firmar tratados unilaterales y humillantes en los que se le forzaba a abrir sus puertos, en el Tratado de Nankín, China cedió Hong Kong a Gran Bretaña, que en 1997, Hong Kong, quedaría libre de Gran Bretaña.
El sentimiento de vergüenza y humillación provocaría otras rebeliones en China como la Rebelión Taiping en 1850 y que se consideró una segunda guerra del opio, la Rebelión Boxer en 1899, y finalmente el levantamiento armado encabezado por Sun Yan-Set y el Kuomintang, que traería como consecuencia el derrocamiento en 1911 de la Dinastía Qing.
Película sobre la Guerra del Opio:
domingo, 6 de diciembre de 2015
Constitución española de 1978
Hoy se cumplen 37 años de la famosa Constitución española del 6 de diciembre de 1978.
Aniversario del ataque a Pearl Harbor
Mañana día 7 de diciembre, se cumple el 74 aniversario del ataque japonés a la base naval estadounidense situada en Hawaii de Pearl Harbor, que provocó la entrada estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Para conmemorar este acontecimiento histórico subo a mi blog el siguiente documental.
viernes, 4 de diciembre de 2015
Japón. Feudalismo japonés, Revolución Meiji y el imperialismo japonés
- EL FEUDALISMO JAPONÉS DE LA ERA TOKUGAWA
La geografía será determinante para el Japón, el Imperio del Sol Naciente. Este es un Estado formado por multitud de islas, lo que facilitará el aislamiento respecto al mundo exterior.
Durante gran parte de su historia fue una sociedad cerrada, fuertemente jerarquizada, con estructuras claramente feudales y militarizadas. Ya en el siglo IX se documenta la existencia de los guerreros Samurais ("aquellos que sirven"), en la base de la jerarquía militar. Estos pequeños señores feudales controlan a campesinos y comerciantes de su feudo y deben fidelidad y obediencia ciega al Daimio, gran señor feudal. En la cima de la pirámide social se encontraba el emperador, de origen divino y de poder absoluto, que, recluido en su "jaula de oro" del palacio de Kyoto, delegó las riendas del gobierno en el Shogun, todopoderoso primer ministro y jefe militar supremo.
A mediados del siglo XVI un barco portugués naufragó en las costas del sur de Japón y será el primer contacto con Occidente. Poco tiempo después llegarán navíos españoles, portugueses, holandeses, y británicos, creándose entre ellos una fuerte rivalidad comercial que terminó con frecuencia en conflictos armados.
Junto con ellos llegaron los misioneros (jesuitas, franciscanos, dominicos...) que introdujeron el cristianismo en las islas. Decisiva fue la llegada de las primeras armas de fuego (arcabuces, cañones...) que revolucionaron las técnicas militares de los samurais, basadas en el uso de espadas (katana), arco, flecha, armadura y gran número de combatientes destacó el código de honor y valores del samurai como la honradez, honor, lealtad, cortesía... (Bushido japonés).
A principios del siglo XVII, tras derrotar a sus rivales, Tokugawa leyasu se hace con el poder e inicia la dinastía de Shogunes que lleva su nombre (1600-1868).
Se inicia un largo periodo de estabilidad y paz: Para mantener la fidelidad de los 276 daimios, los soghunes Tokugawa mantenían como rehenes a los hijos primogénitos de cada familia en Edo, Empezaron a ver con recelo las actividades comerciales y la difusión del cristianismo que practicaban los que ellos llamaban "bárbaros del sur". Temiendo una invasión y conquista por Occidente, decidieron eliminar violentamente a los seguidores de la nueva religión, ejecutando a miles de conversos, y cerraron sus puestos al comercio europeo, aunque siguieron los contactos con China y Corea. Durante dos siglos y medio Japón será un desconocido para Occidente.
A mediados del siglo XIX, norteamericanos, británicos y rusos, empujados por el deseo de abrir nuevos mercados, presionaron al Japón a terminar con su aislamiento. En 1853 los barcos de guerra norteamericanos del comodoro Perry amenazan con sus cañones la ciudad de Tokyo y obligan al Japón a abrir sus puertas y a firmar los "Tratados Desiguales" comerciales con Occidente. Un grupo de daimios y samurais descontentos con la situación, convencen al emperador para que asuma directamente el poder. Al poco tiempo y tras una guerra civil, el último shogun Tokugawa renuncia y da comienzo la Era Meiji ("Gobierno iluminado") en 1868 con el emperador Mutsu-Hito (1867-1912).
- REVOLUCIÓN MEIJI: INDUSTRIALIZACIÓN E IMPERIALISMO JAPONÉS
Es esta una revolución desde arriba en la que, al revés que en la Revolución norteamericana o francesa, no participó el pueblo. El nuevo régimen abolió el sistema feudal de samurais e inició, muy rápidamente, un sistemático proceso de occidentalización y una intensa industrialización, surgiendo un Estado moderno y centralizado.
La autoridad del divino emperador sigue siendo absoluta e indiscutibley el respeto por las viejas tradiciones es inamovible. No obstante el emperador se rodea de un Consejo Político Supremo que le asesora; hay un poder legislativo bicameral, un poder ejecutivo con seis ministros y un Consejo Jurídico. Se promulga una Constitución y surgen los partidos políticos. Esta división de poderes e instituciones que rodea al emperador, pero que jamás discute su autoridad, hace que estemos ante un "absolutismo democrático".
Se adoptan las costumbres y modas europeas en la indumentaria y peinado. La tradición no se olvida pero queda relegada a la vida privada (uso de kimono, ceremonia del té...).
Se realiza una extensa reforma agraria, que otorga las tierras a los campesinos que habían pagado impuestos al daimio local. Se mecaniza la agricultura del arroz incrementando la productividad.
En los primeros momentos el Estado interviene y dirige la economía y funda empresas industriales en diversas ramas: minera, textil, seda, astilleros y ferrocarriles. Aún no existe un empresariado con experiencia que tome la iniciativa, como sucederá a principios del siglo XX, donde ya encontramos un capitalismo financiero privado con empresas gigantes: Mitsubishi, Yasuda, Satsuma que tuvieron su origen en los antiguos daimios feudales.
La tradicional disciplina hacia el señor feudal, se aplica ahora en el trabajo en las fábricas, logrando altísimos índices de productividad. Los salarios industriales son bajos, con lo que el beneficio estatal o empresarial es alto. Se produce una acumulación de capital que se dedicará a la innovación y a la investigación para aplicar a la industria. Se envía a sus técnicos a Occidente a estudiar, y muchas veces copiar técnicas, productos y métodos de producción. De Europa y Estados Unidos se atraen, con elevadísimos salarios, a técnicos, científicos y profesionales muy cualificados para que se transmitan sus conocimientos y experiencia a estudiantes y a empresarios locales deseosos de aprender.
La necesidad de instalar los excedentes de su elevada población, así como la urgencia de hallar nuevos mercados para sus productos industriales y la agobiante necesidad de materias primas, empujarán al Japón Meiji a una expansión territorial imperialista que le llevará a guerras con sus vecinos rusos y chinos primero y con británicos y norteamericanos más tarde durante la Segunda Guerra Mundial en Asia (1941-1945).
La geografía será determinante para el Japón, el Imperio del Sol Naciente. Este es un Estado formado por multitud de islas, lo que facilitará el aislamiento respecto al mundo exterior.
Durante gran parte de su historia fue una sociedad cerrada, fuertemente jerarquizada, con estructuras claramente feudales y militarizadas. Ya en el siglo IX se documenta la existencia de los guerreros Samurais ("aquellos que sirven"), en la base de la jerarquía militar. Estos pequeños señores feudales controlan a campesinos y comerciantes de su feudo y deben fidelidad y obediencia ciega al Daimio, gran señor feudal. En la cima de la pirámide social se encontraba el emperador, de origen divino y de poder absoluto, que, recluido en su "jaula de oro" del palacio de Kyoto, delegó las riendas del gobierno en el Shogun, todopoderoso primer ministro y jefe militar supremo.
A mediados del siglo XVI un barco portugués naufragó en las costas del sur de Japón y será el primer contacto con Occidente. Poco tiempo después llegarán navíos españoles, portugueses, holandeses, y británicos, creándose entre ellos una fuerte rivalidad comercial que terminó con frecuencia en conflictos armados.
Junto con ellos llegaron los misioneros (jesuitas, franciscanos, dominicos...) que introdujeron el cristianismo en las islas. Decisiva fue la llegada de las primeras armas de fuego (arcabuces, cañones...) que revolucionaron las técnicas militares de los samurais, basadas en el uso de espadas (katana), arco, flecha, armadura y gran número de combatientes destacó el código de honor y valores del samurai como la honradez, honor, lealtad, cortesía... (Bushido japonés).
A principios del siglo XVII, tras derrotar a sus rivales, Tokugawa leyasu se hace con el poder e inicia la dinastía de Shogunes que lleva su nombre (1600-1868).
Se inicia un largo periodo de estabilidad y paz: Para mantener la fidelidad de los 276 daimios, los soghunes Tokugawa mantenían como rehenes a los hijos primogénitos de cada familia en Edo, Empezaron a ver con recelo las actividades comerciales y la difusión del cristianismo que practicaban los que ellos llamaban "bárbaros del sur". Temiendo una invasión y conquista por Occidente, decidieron eliminar violentamente a los seguidores de la nueva religión, ejecutando a miles de conversos, y cerraron sus puestos al comercio europeo, aunque siguieron los contactos con China y Corea. Durante dos siglos y medio Japón será un desconocido para Occidente.
A mediados del siglo XIX, norteamericanos, británicos y rusos, empujados por el deseo de abrir nuevos mercados, presionaron al Japón a terminar con su aislamiento. En 1853 los barcos de guerra norteamericanos del comodoro Perry amenazan con sus cañones la ciudad de Tokyo y obligan al Japón a abrir sus puertas y a firmar los "Tratados Desiguales" comerciales con Occidente. Un grupo de daimios y samurais descontentos con la situación, convencen al emperador para que asuma directamente el poder. Al poco tiempo y tras una guerra civil, el último shogun Tokugawa renuncia y da comienzo la Era Meiji ("Gobierno iluminado") en 1868 con el emperador Mutsu-Hito (1867-1912).
- REVOLUCIÓN MEIJI: INDUSTRIALIZACIÓN E IMPERIALISMO JAPONÉS
Es esta una revolución desde arriba en la que, al revés que en la Revolución norteamericana o francesa, no participó el pueblo. El nuevo régimen abolió el sistema feudal de samurais e inició, muy rápidamente, un sistemático proceso de occidentalización y una intensa industrialización, surgiendo un Estado moderno y centralizado.
La autoridad del divino emperador sigue siendo absoluta e indiscutibley el respeto por las viejas tradiciones es inamovible. No obstante el emperador se rodea de un Consejo Político Supremo que le asesora; hay un poder legislativo bicameral, un poder ejecutivo con seis ministros y un Consejo Jurídico. Se promulga una Constitución y surgen los partidos políticos. Esta división de poderes e instituciones que rodea al emperador, pero que jamás discute su autoridad, hace que estemos ante un "absolutismo democrático".
Se adoptan las costumbres y modas europeas en la indumentaria y peinado. La tradición no se olvida pero queda relegada a la vida privada (uso de kimono, ceremonia del té...).
Se realiza una extensa reforma agraria, que otorga las tierras a los campesinos que habían pagado impuestos al daimio local. Se mecaniza la agricultura del arroz incrementando la productividad.
En los primeros momentos el Estado interviene y dirige la economía y funda empresas industriales en diversas ramas: minera, textil, seda, astilleros y ferrocarriles. Aún no existe un empresariado con experiencia que tome la iniciativa, como sucederá a principios del siglo XX, donde ya encontramos un capitalismo financiero privado con empresas gigantes: Mitsubishi, Yasuda, Satsuma que tuvieron su origen en los antiguos daimios feudales.
La tradicional disciplina hacia el señor feudal, se aplica ahora en el trabajo en las fábricas, logrando altísimos índices de productividad. Los salarios industriales son bajos, con lo que el beneficio estatal o empresarial es alto. Se produce una acumulación de capital que se dedicará a la innovación y a la investigación para aplicar a la industria. Se envía a sus técnicos a Occidente a estudiar, y muchas veces copiar técnicas, productos y métodos de producción. De Europa y Estados Unidos se atraen, con elevadísimos salarios, a técnicos, científicos y profesionales muy cualificados para que se transmitan sus conocimientos y experiencia a estudiantes y a empresarios locales deseosos de aprender.
La necesidad de instalar los excedentes de su elevada población, así como la urgencia de hallar nuevos mercados para sus productos industriales y la agobiante necesidad de materias primas, empujarán al Japón Meiji a una expansión territorial imperialista que le llevará a guerras con sus vecinos rusos y chinos primero y con británicos y norteamericanos más tarde durante la Segunda Guerra Mundial en Asia (1941-1945).
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