
Interrumpió sus estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona a la muerte de su madre en 1888. Desde entonces, asilado en su casa de Albia, se dedicó al investigación histórica y filológica, obsesionado por la identidad del pueblo vasco. Elaboró multitud de artículos (la mayoría sobre temas ligüísticos) que, en 1892, recopiló bajo el título "Bizkaia por su independencia"; en 1893 los presentó ante unos cuantos adeptos en un acto que representa el arranque de su actividad política (el llamado "juramento de Larrazábal").
Sabino dotó a su movimiento de un tinte tradicionalista (reclamación de los fueros como constitución propia del país) y de un confesionalismo católico rayano con el integrismo, que quedaron reflejados en su lema Dios y leyes viejas. Creía haber descubierto los principios eternos del "ser" vasco, a cuyo olvido atribuía la decadencia histórica del país y su sometimiento a ideas foráneas.
Arana proponía en aquella época la independencia de Vizcaya como vía de recuperación de su identidad, dejando que cada una de las restantes provincias vascas de España y de Francia recorriesen el mismo camino por su cuenta, hasta reunirse todas en una Euskalerria federal.

En 1895 culminó su obra con la fundación del Partido Nacionalista Vasco, principal organización nacionalista del País Vasco durante más de cien años. La evolución moderada que experimentó Sabino en los últimos años de su vida determinó la posterior ambigüedad ideológica del movimiento nacionalista y las continuas tensiones que ha habido en su seno entre autonomistas e independentistas. Finalizada la Guerra de Cuba (1898) por la que España perdió sus últimas colonias, Sabino felicitó a los estadounidenses por su victoria y fue encarcelado. En el año 1902 fundó la Liga de Vascos Españolistas (LVE), lo que significó un cambio respecto a sus posiciones anteriores al defender la autonomía para las provincias vascas dentro de España.
Sabino Arana falleció en Pedernales (Vizcaya) el 25 de noviembre de 1903.
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